Cómo recuperar al país. Es la pregunta de todos los dólares. Y de todos los petros. Y de muchos bolívares. En el momento que se formula la pregunta, las empresas se van, otra empresa es ocupada, otra desconsolida operaciones, otra se coloca al margen del riesgo Maduro. En el instante que la pregunta se repite, los analistas señalan: el plan económico del Gobierno es más inflacionario. No genera confianza. No reactivará a economía. No hay libre convertibilidad. Y así. Hay críticas. Hay visiones. Y hay propuestas.
Dos visiones han resaltado en los últimos días. Por un lado, la del presidente de la junta directiva de Conapri, Alberto Vollmer,y la del presidente de Conindustria, Juan Pablo Olalquiaga. Vollmer la expuso en el encuentro empresarial China-Venezuela con motivo del reciente viaje del presidente Nicolás Maduro a Pekín. Olalquiaga la expone en Caracas, insiste en ello. Vollmer destacó la falta de confianza para atraer capital. Olalquiaga coincide en este punto.
El documento de Alberto Vollmer
En un documento entregado a la representación empresarial, Vollmer señaló: “Nos permitimos exhortar a que abramos las puertas a través de decisiones y ejecución acertada en el ámbito económico: con un eficiente sistema de soporte social, con una política monetaria coherente, sin barreras, con disciplina fiscal y un entorno que proteja y estimule a las empresas para que inviertan en el futuro, creando empleos formales y dando condiciones para que compitan exportando a mercados internacionales”.
Un plan. Un conjunto de aspiraciones. ¿Podrá el Gobierno acogerlas? El punto de la política monetaria coherente no aparece en el discurso oficial. Tampoco en la ejecutoria. ¿Y la disciplina fiscal? Es un aspecto en el que el Gobierno no cree.
También dijo que “no podemos dejar de soñar con una Venezuela mejor, emprendedora, pujante, creativa, que atraiga y no repela, para que vuelvan todos aquellos que se fueron porque perdieron esa esperanza. En la que se confíe y no se sospeche”.
Y destacó la necesidad de robustecer el sistema financiero, de simplificar los trámites para exportación y de aprovechar la oportunidad que representa el desarrollo del mercado de valores como una fuente de financiamiento para el sector productivo.
Un plan. Un conjunto de aspiraciones. ¿Podrá el Gobierno acogerlas? El punto de la política monetaria coherente no aparece en el discurso oficial. Tampoco en la ejecutoria. ¿Y la disciplina fiscal? Es un aspecto en el que el Gobierno no cree. Es el Gobierno el que más alimenta la hiperinflación con la emisión de dinero inorgánico. ¿Proteger la empresa? Una ilusión. En las mesas de trabajo con industriales, la representación oficial promete y después no cumple. Las empresas señalan que necesitan materia prima, necesitan divisas, y algún ministro o algún funcionario reflexiona y apunta: Cuenta con eso. Y promete. Se compromete con una cantidad de dólares. Con algunos trámites. Y luego nada.
Lo que dice Juan Pablo Olalquiaga
Lo anterior es lo que lleva al presidente de Conindustria a presentar otra visión. Y plantear la necesidad de un cambio. No será posible avanzar en lo económico con este Gobierno. Hace poco dijo: “Con un gobierno distinto al actual, con unas políticas económicas sensatas y con un financiamiento internacional, se puede recuperar la industria”. Hay un punto de partida. Gobierno distinto al actual.
Y a pesar del señalamiento de que se puede recuperar la industria, el proceso no es sencillo. Olalquiaga plantea tres tiempos:
El primero que comienza con poner a funcionar las plantas, las plantas que hay en Venezuela y que trabajan a un mínimo de capacidad. En este primer tiempo hay que abrir el acceso a las materias primas. Por ejemplo, que haya acero, que haya aluminio, que se pueda importar materia prima. Que haya cartones para las cajas. Que haya insumos para los envases. Olalquiaga calcula este primer tiempo entre varios meses y 2 años.
El segundo tiempo es más complejo. Aquí hay que incluir e incorporar a las empresas tomadas por el Estado. A las empresas que están paralizadas. Por ejemplo, Sidor. Sidor es clave. Por lo que produce. Con ello se fabrican los envases. Este segundo tiempo abarcaría de 2 a 5 años.
Y luego viene el tercer tiempo. En este, el nuevo gobierno, no este, está obligado a generar incentivos. Y esto con el fin de que haya nuevas inversiones. Entonces, la confianza es primordial. Y aquí es donde se unen las visiones de Vollmer y Olalquiaga. La única diferencia es un detalle: el Gobierno. Para Olalquiaga el cambio es primero. Solo así se moverán las áreas de la nueva economía. Y vendrá el financiamiento internacional porque habrá otra política económica. Leer más
Por Juan Carlos Zapata