“No hay que ser clarividentes para hacer una prognosis sobre la profundización del drama que nos ahoga y sus posibles desenlaces, más allá de que no podamos predecir los tiempos. Lo que no nos podemos permitir es no estar preparados para abordar, con formalidad y planificación, la construcción de ese país que ha de venir”.
Así lo señaló Juan Pablo Olalquiaga, presidente de la Confederación Venezolana de Industriales, durante la instalación del Congreso Conindustria 2018, que se celebró ayer en Caracas, con la participación de más de 500 empresarios, políticos, representantes de la Academia, estudiantes, entre otros.
El máximo dirigente de la industria nacional aseguró que la revolución bolivariana y el socialismo del siglo XXI están en bancarrota y son muestra de un estrepitoso y evidente fracaso, no por la falta de reconocimiento internacional, sino por cómo han dejado al venezolano medio. “Hoy hay venezolanos comiendo de la basura y la expectativa de vida ha disminuido”.
Indicó que la inviabilidad de lo que hoy vivimos por la hiperinflación y la carencia de bienes elementales, unidos a la rabia social que se expresa con 30 o 40 protestas diarias, la presión internacional que busca una transición política para ayudarnos a recuperar la democracia y el hastío mismo al cual estamos sometidos, hacen pensar que estamos próximos a un cambio del modelo político autoritario con el que ya llevamos desde hace 19 años.
Destacó como uno de los factores fundamentales para la construcción de convivencia el respeto, pues éste además es determinante para la creación de confianza. “La confianza es la que nos permite desenvolvernos bajo un mismo paraguas que se llama ‘el imperio de la ley’ o ‘el estado de derecho’.
Reiteró Olalquiaga que el propósito del Congreso Conindustria 2018 es reflexionar y debatir sobre ¿qué es lo que queremos ser?, ¿cuál es nuestro propósito común? ¿qué valores y principios nos unen?, de esos que forman las piedras angulares sobre los que se forma el modelo de institucionalidad, como tejido para la construcción del trabajo como herramienta de prosperidad. “La virtud de este debate es que todos seamos partícipes del consenso nacional que debe producirse en torno al país que queremos construir”.
Agregó que en el siglo XXI la vida cambia frente a nuestras narices. No es el petróleo sino la inteligencia artificial; no es la persecución de la productividad en manufactura sino la de la inmortalidad real en los laboratorios lo que reta las metas del ser humano hoy. Esto no es porque el petróleo y la productividad no sean importantes, sino porque son barreras conquistadas. “Sin embargo, para nosotros son barreras para conquistar”.
Para Conindustria está claro que el país que construyamos debe ser el producto de una sociedad que persigue un propósito de justicia, de oportunidades para la superación material, de ética, de convivencia, de respeto, de aplicación de fundamentos que nos lleven a dar lo mejor de cada uno de nosotros, en función de un bienestar que, si bien es colectivo, se construye sobre los méritos y éxitos individuales.
GCC/17-07-18